Crepúsculo y Cenizas El Ganges Al mismo tiempo que libas las aguas sagradas del Ganges restriegas tus dientes con las aguas fétidas del Ganges. Templas en sigilo tu pudorosa ablución. El germen que corrompe o expurga está latente en el mismo seno. Respeta que en la vida floten los cadáveres descompuestos y los pétalos de loto. Entonces, posarás la palma de tu mano sobre la frente de un niño, entre guirnaldas de flores, se volverá sutil e íntimo el desliz de tu mano como el gesto de un niño. Pero donde se acurruca tu miedo se insinúa el descenso escalinatas abajo de los infiernos. Donde se acurruca tu miedo gobiernan los muñecos de un amor remendado. Ese miedo te dictará los estribillos, día tras día, hasta que en una ceremonia ordinaria tu rigidez imite a la muerte. Al cerrar los ojos en tu horizonte despuntará un sol de cuarzo. También las heridas y las cicatrices se incineran en la pira, las gemas y los guijarros se hunden por igual. Embébete en tu propio caudal. Vuélvete río con el río. Tú eres el Ganges que desembocas en el delta de tu pasión. Sumérgete en tus aguas benditas y pútridas. Tú eres el Ganges. Fluye y murmura sobre un infinito ondulante. Baña las arenas de los mortales con sus asperezas a pesar de las estocadas del dolor. Redime, porque si te fugas te habrás secado. nicolastripaldi@yahoo.com